el martes pasado me lesioné el isquiotibial izquierdo. desde el miércoles pasado estoy encerrada en mi casa, casi patas arriba; rutina de sano equilibrio - mente sana en cuerpo sano- a un lado.
ayer mi sabio primo pequeño me dijo:
J: bueno, me imagino que estarás aprovechando estos días para escribir.
yo: no, no puedo ponerme a escribir cuando no puedo descargar físicamente, me descompenso.
J: jaja, sos mm medio, susceptible a tu entorno.
yo: por?
J: y, porque si no estás en un equilibrio perfecto te quedás paralizada. no tenés plan B.
yo: (muda. intentando salir aireada del berenjenal) más que paralizada me gusta decir que estoy en un pequeño recreo. a veces no se trata de susceptibilidades, sino de caprichos. a veces uno quiere hacer una sola cosa, y ya.
J: seh, tá-
se puede decir que desde esa pequeña charla con mi sabio primo pequeño empezó el adebacle. mi calma recuperatoria se tornó desesperación zoomeada, mezcla miedo absurdo a quedar con la pata mala para siempre, añoranza de mi elongación perdida y remordimiento por mi no cuidado de mí, por mi brutalidad disfrazada de sano equilibrio, por mis múltiplos ropajes de la misma alienación.
primero fue la aplicación, la disciplina de estudiantina, luego la curiosidad por el conocimiento, y saber saber saber, leer leer leer, todo, y todo lo relacionado con eso y estar en los lugares donde eso se sabía y salir con las personas que pertenecían a esos lugares del saber y nunca llegar a ser pero en un momento parecer, pasar por, pasar por pero respetar cierta diferencia, cierta extranjería. bien. otra cosa. compensar. criticar eso logrado y a esos lugares y a esas personas. salirme. otra forma, buscar otra forma, y ya, estoy con el tiempo en contra, qué tardanza, qué lerda, cuánto rodeo, qué desventaja, pero no importa, sé de sacrificios, no importa. voy a ir a conservatorio, voy a ser actriz, ya ya, mañana, voy a estudiar con todos los maestros que manejen otros rumbos, sigo por el lado de la diferencia, no me interesa lo comercial, de algo tiene que haberme servido tanto discurso, quiero ir por afuera, por adentro es mediocre, eso lo aprendí en la facultad. suficiente. no tengo por qué estudiar tanto, estudiar teatro es lo mismo que estudiar filosofía política, ahora tengo que hacer. y tengo que hacer pronto, la cuenta regresiva sigue goteando. y tengo que hacer todo yo, todo sola. porque quién si no, si ya me demostré que puedo pasar de una vereda a otra con solo decidirlo. entonces hago todo. y no importa que nada de lo que haga sea muy genial, el punto es que si eligiera hacer al menos una de esas todas cosas que hago, la haría bien, sin duda la haría bien. tanto potencial, mi chiquitita; tanto potencial. estoy cansada, necesito dejar de pensar un poco, voy a dedicarme al baile. siempre me gustó bailar, necesito seguir balanceando. yoga, swing, swing, yoga, ensayo, yoga swing, ensayo, swing. tengo pasta, quiero bailar bien, mejor, mejor. quiero bailar más tiempo, todo el tiempo. quiero aprender a hacer los saltos, y otros estilos, el lindy hop ya me lo sé, quiero bailar balboa, y fast lindy. ah, pero no me gusta bailar con mis compañeros, ya no me sirven, quiero bailar con los que saben, los que más saben. y más y más y más. crac. crac.
crac.
y así, desde el miércoles, entredormida y abombada, me asusta pensar qué vendrá después. qué significará, verdaderamente, parar la bola. qué significará crecer. qué significará hacer lo que me gusta. qué significará disfrutar. qué compartir. qué aprender. estudiaré arquitectura?
en mi primer sesión de terapia, hace ya varios años, en pos la problematización de mi hipocondría, mi psicóloga me dijo algo así:
todo parece indicar que no le tenés miedo a la muerte, sino a la vida.