queridísimo,
te escribo para pedirte disculpas. no me sale darte forma. no soy lo suficientemente efectiva como para cerrar un trato contigo. te escribo como si no existieras, y si de veras existís, te alejo con eso. no son excusas. sólo no sé cómo hacer para hablarte con seriedad; no la seriedad del ceño fruncido, sino la seriedad del hacerse cargo de una presencia. no tengo experiencia en eso y la idea del vacío de materia: no hay papel, no hay tus ojos, no hay mis manos.. me fuerza a un trabajo de abstracción que aún no manejo.
a veces creo que sos yo. que sos mi intimidad, y este espacio mi diario. pero qué confuso se torna ese concepto de lo íntimo cuando acá de lo que se pretende es de hacer público un punto de vista.
por qué habría de hacer públicos mis puntos de vista sobre mis propias cosas. no es redundar en narcisismo eso? a quién le importa mi mudanza? a quién le importa la foto sobre el vidrio de un lugar que ya no habito y la fragilidad de mi felicidad en ese movimiento?
Eugenio Barba, director de un grupo de teatro que admiro, o admiré durante un tiempo, escribió una carta que dá título a la mía: "carta al actor D", allí Eugenio propone al actor D cambiar de actitud con respecto a su práctica. El texto es muy bonito y, como actriz, encuentro verdad en los consejos dados para que sea posible una nueva comunión entre el actor y su trabajo. Pero a diferencia de Barba, yo no creo que dependa de vos exclusivamente la posibilidad de nuestro encuentro. Tengo que sembrar determinadas condiciones para que te den ganas de leerme, tengo que entender que, que me leas no es lo mismo a mirarme en el espejo; que me leas deberá ser algo nuevo que se vaya armando en esa práctica. tengo que darte más de mí, en resumen. y aprender de qué se trata eso es una experiencia en la que recién me inicio.
distinguir entre darte una foto de mi tristeza y extravío ,y darte otra en la que puedo pararme un poco lejos de eso y hablarte como par que creo que sos. esa es mi tarea, esa será mi intención de aquí en más.
En esta oportunidad te hablo de la lectura.
Una vez, hace 8 o 9 años, me dijeron que cuando aprendiera a leer, iba a dejar de usar un lápiz para marcar en mi lectura lo que allí me resultara mencionable. como me gusta(ba) someterme a ese tipo de experimento, accedí. encontré una lectura más placentera en esa nueva manera, un poco más descomprometida también. hoy volví al lápiz, birome o cualquier cosa que deje huella. me obsesiona la polifonía, me inquieta el malentendido, pero entiendo que gracias, y sólo gracias, a su existencia podemos dar inicio a un diálogo.
así que, avancemos en esa línea.
por favor.
con la sinceridad de mis mejores sentimientos,
m.
te escribo para pedirte disculpas. no me sale darte forma. no soy lo suficientemente efectiva como para cerrar un trato contigo. te escribo como si no existieras, y si de veras existís, te alejo con eso. no son excusas. sólo no sé cómo hacer para hablarte con seriedad; no la seriedad del ceño fruncido, sino la seriedad del hacerse cargo de una presencia. no tengo experiencia en eso y la idea del vacío de materia: no hay papel, no hay tus ojos, no hay mis manos.. me fuerza a un trabajo de abstracción que aún no manejo.
a veces creo que sos yo. que sos mi intimidad, y este espacio mi diario. pero qué confuso se torna ese concepto de lo íntimo cuando acá de lo que se pretende es de hacer público un punto de vista.
por qué habría de hacer públicos mis puntos de vista sobre mis propias cosas. no es redundar en narcisismo eso? a quién le importa mi mudanza? a quién le importa la foto sobre el vidrio de un lugar que ya no habito y la fragilidad de mi felicidad en ese movimiento?
Eugenio Barba, director de un grupo de teatro que admiro, o admiré durante un tiempo, escribió una carta que dá título a la mía: "carta al actor D", allí Eugenio propone al actor D cambiar de actitud con respecto a su práctica. El texto es muy bonito y, como actriz, encuentro verdad en los consejos dados para que sea posible una nueva comunión entre el actor y su trabajo. Pero a diferencia de Barba, yo no creo que dependa de vos exclusivamente la posibilidad de nuestro encuentro. Tengo que sembrar determinadas condiciones para que te den ganas de leerme, tengo que entender que, que me leas no es lo mismo a mirarme en el espejo; que me leas deberá ser algo nuevo que se vaya armando en esa práctica. tengo que darte más de mí, en resumen. y aprender de qué se trata eso es una experiencia en la que recién me inicio.
distinguir entre darte una foto de mi tristeza y extravío ,y darte otra en la que puedo pararme un poco lejos de eso y hablarte como par que creo que sos. esa es mi tarea, esa será mi intención de aquí en más.
En esta oportunidad te hablo de la lectura.
Una vez, hace 8 o 9 años, me dijeron que cuando aprendiera a leer, iba a dejar de usar un lápiz para marcar en mi lectura lo que allí me resultara mencionable. como me gusta(ba) someterme a ese tipo de experimento, accedí. encontré una lectura más placentera en esa nueva manera, un poco más descomprometida también. hoy volví al lápiz, birome o cualquier cosa que deje huella. me obsesiona la polifonía, me inquieta el malentendido, pero entiendo que gracias, y sólo gracias, a su existencia podemos dar inicio a un diálogo.
así que, avancemos en esa línea.
por favor.
con la sinceridad de mis mejores sentimientos,
m.
1 comentario:
Estaba por decir "evidentemente", pero creo que a veces no hay nada evidente. Iba a decir que al publicar lo que escribís no estás sola, y no sólo eso, sino que es una gran exposición (en todos los sentidos posibles). En este medio tan nuevo para muchos (sobre todo para los que estamos más acostumbrados a otros medios) por momentos se entrecruzan las sensaciones de estar pensando para uno mismo en soledad, y la de estar desarrollando un monólogo frente a una audiencia que no vemos, pero que por momentos intuimos está allí, detrás de las luces de estos tachos que no nos dejan ver más allá del borde del escenario.
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